martes, 8 de diciembre de 2009

FEMENINO VS FEMINISTA

Cada año me enfado más el día en que se celebra el día de la igualdad de la mujer, o el día en contra de la violencia de genero...o días similares, me da igual. Hace poco celebrábamos uno de esos, no sé cual y de repente, todos los medios de comunicación se llenaron de mensajes feministas y palabras vacías de contenido. Ya está bien de que nos tomen por tontas, o al menos, eso pienso yo. Creo que a estas alturas de la partida, salvo incultos o desalmados, nadie discute la igual dignidad del hombre y la mujer, los mismos derechos e idénticas oportunidades. Sé que en algunos trabajos no se cumplen estas premisas iniciales, y que seguramente haya muchas cosas que mejorar, pero que nos obliguen a celebraciones insulsas y un poco infantiles, eso no. Es más, les diré que siempre que veo eventos similares, con discursos marcadamente feministas y proclamas progresistas me entran más ganas de celebrar el día de la mujer “super-femenina” (que no feminista). No puedo entender ese afán de querer igualarnos al hombre en aspectos que por mucho que nos pese, son propiamente masculinos. Podrán no estar de acuerdo conmigo, pero resulta poco estético-si me permiten la expresión- ver a una mujer con mono azul arrastrando toneladas de peso, que sorprendentemente es la imagen que nos ponen para exaltar la igualdad del hombre y mujer en el ámbito laboral. Que no digo yo que no lo puedan hacer, pero desde luego, la propia fisonomía de la mujer no es la más adecuada y no creo que por apetencia, muchas mujeres escojan puestos similares. Me gustaría que ese día mostraran también a las mujeres, madres de familia, que libremente, por decisión propia, renunciando quizá a una vida independiente laboral y a un sueldo complementario que les permita cierta holgura, optan por quedarse en casa, al cuidado de los hijos, creando un hogar, esperando al marido con la cena preparada, guapa, radiante, ejerciendo a la perfección su papel de mujer, madre y esposa. Y al final, esa sería la verdadera celebración, la que exalta a la mujer, en su libre elección. Y no nos engañemos, es en la familia donde se forjan los valores fundamentales, y donde desde el principio se fomenta el respeto y se entiende la igualdad. Ese es el gran chollo de tener padre, madre y hermanos. Que sin quererlo, con absoluta naturalidad, se vive la diversidad desde los primeros años; en la que cada uno adopta su propio rol, cumple con sus funciones y colabora en las tareas del hogar, viviendo y expresándose afectivamente cada uno tal cual es. El padre como hombre adulto y esposo de la madre, mujer adulta, y los hijos, como tales, con las diferencias propias de su sexo y edad que sólovm pueden enriquecer la familia.
Ahora que se acercan las fiestas navideñas me acuerdo de una anécdota que me contó un madre de familia, con tres niñas y un cuarto hijo varón. Me decía con mucha gracia: por mucho que nos empeñemos, los niños son niños. En mi casa sólo había muñecas, y cuando llegó el pequeño jugaba con ellas, pero lanzándolas como si fueran pelotas. Por eso no me creo lo de los juguetes sexistas, cada cual tiene que jugar con lo suyo.Así que a partir de ahora, les propongo que siempre que se celebre un día de estos, seamos más conscientes de las diferencias que nos engrandecen y complementan con los hombres, y que las exaltemos y mostremos con igual intensidad. Quizá así estemos contribuyendo mejor a defender la igualdad.

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