Hablábamos el otro día de una religiosa cautivada por el amor de Dios, dispuesta a dar su sí definitivo. Increíble historia de Amor, pero ¿qué amor cautiva a las mujeres?. Para los técnicos de las palabras, formularé de manera más precisa esta pregunta ¿qué enamora a una mujer?. Porque coincidirán conmigo, queridos oyentes que el enamoramiento es una forma inicial de amor, una primera aproximación, el inicio frágil y a veces engañoso del verdadero amor.
Enamorarse es propio del ser humano, los animales no saben hacerlo, se mueven sólo por el instinto; es verdad que algunas especies ejecutan todo un ritual de aproximación, pero nada más lejos del enamoramiento humano, son sólo movimientos, sonidos y fragancias que despiertan –nunca mejor dicho- el instinto animal.
El enamoramiento pone en juego muchas capacidades del ser humano, la creatividad, la posibilidad de admirarse y sorprenderse, la imaginación, la esperanza...Muchas veces la sociedad hace que nos olvidemos de esta increíble etapa del conocimiento de un hombre y una mujer. Los nuevos modelos que se presentan como auténticos están presentando formas de atracción más propias de animales, del instinto, de las pasiones mal entendidas, del cortejar para conseguir un fin sin desarrollar la capacidad de amor y entrega, pero esto, sobra decirlo, son sólo engaños que reducen y empequeñecen al hombre.
Cada hombre tiene una especial y única forma de enamorarse, cada aproximación es una historia minuciosamente trazada por dos personas que se encuentran; en las relaciones humanas, cada uno tiene que descubrir su propio camino. Aunque nos quieran imponer lo contrario, aunque a veces parezca que la única forma de enamorarse es la dictada en el último estreno de cine, o en la teleserie de turno, no nos dejemos engañar; no existe un “patrón de enamoramiento”, aunque al final el enamoramiento despierte en cada uno la misma inquietud de búsqueda y conocimiento
Un hombre se enamora de la belleza, del estilo; habitualmente, un hombre se deja seducir por el aspecto externo, y desde ahí inicia una relación que procura el trato y lleva al conocimiento. Es difícil que un hombre se acerque inicialmente a una mujer que no tenga un encanto especial, y con esto no me refiero exclusivamente a la belleza física. Sé que afirmando esto generalizo, y espero que nadie se sienta ofendido, pero díganme si no, por qué ese afán desmedido de algunas mujeres por cuidar su aspecto externo o estilizar su figura.
Una mujer llega al enamoramiento con el trato, transcurrido un tiempo desde el primer encuentro. La sensibilidad femenina tiende a la protección, a la seguridad, al darse poco a poco, al tanteo. Por eso, no es fácil que una mujer se entusiasme inicialmente en una relación. Existen los amores platónicos de juventud, ese amigo de tu hermano mayor que te sonríe y que despierta las primeras ensoñaciones; pero el enamoramiento como forma de conocimiento implica un camino más lento. La seducción del comienzo es siempre motivada por el afán de descubrir alguien interesante con el que se pueda compartir una parte de uno mismo; a veces sin grandes pretensiones, y no siempre aspirando al máximo, pero que nos comprenda y entienda y con quién podamos mostrarnos como somos. Cuando eso se descubre, en el ámbito de la seguridad ofrecida, surge entonces el enamoramiento, esa forma de amor loco y a veces infantil que sólo reconoce lo bueno de la otra persona y que no es capaz de ver más allá de esa relación iniciada.
Formas diferentes de enamorarse, caminos diferentes para cautivar. Aunque en la sociedad actual se tienda a igualar también ese matiz de sensibilidad, creo que muchas mujeres estarán de acuerdo conmigo.
En cualquier caso, para el hombre y para la mujer, el enamoramiento es sólo la primera forma de amar, una forma de aproximación, una etapa de amor humano que hay que superar para hacer crecer el amor, pero de esto hablaremos otro día. Para terminar un consejo que oí un día en una conferencia de un buen psiquiatra y que va especialmente dirigida a los jóvenes que nos escuchan: “por favor, no os caséis enamorados”.
Enamorarse es propio del ser humano, los animales no saben hacerlo, se mueven sólo por el instinto; es verdad que algunas especies ejecutan todo un ritual de aproximación, pero nada más lejos del enamoramiento humano, son sólo movimientos, sonidos y fragancias que despiertan –nunca mejor dicho- el instinto animal.
El enamoramiento pone en juego muchas capacidades del ser humano, la creatividad, la posibilidad de admirarse y sorprenderse, la imaginación, la esperanza...Muchas veces la sociedad hace que nos olvidemos de esta increíble etapa del conocimiento de un hombre y una mujer. Los nuevos modelos que se presentan como auténticos están presentando formas de atracción más propias de animales, del instinto, de las pasiones mal entendidas, del cortejar para conseguir un fin sin desarrollar la capacidad de amor y entrega, pero esto, sobra decirlo, son sólo engaños que reducen y empequeñecen al hombre.
Cada hombre tiene una especial y única forma de enamorarse, cada aproximación es una historia minuciosamente trazada por dos personas que se encuentran; en las relaciones humanas, cada uno tiene que descubrir su propio camino. Aunque nos quieran imponer lo contrario, aunque a veces parezca que la única forma de enamorarse es la dictada en el último estreno de cine, o en la teleserie de turno, no nos dejemos engañar; no existe un “patrón de enamoramiento”, aunque al final el enamoramiento despierte en cada uno la misma inquietud de búsqueda y conocimiento
Un hombre se enamora de la belleza, del estilo; habitualmente, un hombre se deja seducir por el aspecto externo, y desde ahí inicia una relación que procura el trato y lleva al conocimiento. Es difícil que un hombre se acerque inicialmente a una mujer que no tenga un encanto especial, y con esto no me refiero exclusivamente a la belleza física. Sé que afirmando esto generalizo, y espero que nadie se sienta ofendido, pero díganme si no, por qué ese afán desmedido de algunas mujeres por cuidar su aspecto externo o estilizar su figura.
Una mujer llega al enamoramiento con el trato, transcurrido un tiempo desde el primer encuentro. La sensibilidad femenina tiende a la protección, a la seguridad, al darse poco a poco, al tanteo. Por eso, no es fácil que una mujer se entusiasme inicialmente en una relación. Existen los amores platónicos de juventud, ese amigo de tu hermano mayor que te sonríe y que despierta las primeras ensoñaciones; pero el enamoramiento como forma de conocimiento implica un camino más lento. La seducción del comienzo es siempre motivada por el afán de descubrir alguien interesante con el que se pueda compartir una parte de uno mismo; a veces sin grandes pretensiones, y no siempre aspirando al máximo, pero que nos comprenda y entienda y con quién podamos mostrarnos como somos. Cuando eso se descubre, en el ámbito de la seguridad ofrecida, surge entonces el enamoramiento, esa forma de amor loco y a veces infantil que sólo reconoce lo bueno de la otra persona y que no es capaz de ver más allá de esa relación iniciada.
Formas diferentes de enamorarse, caminos diferentes para cautivar. Aunque en la sociedad actual se tienda a igualar también ese matiz de sensibilidad, creo que muchas mujeres estarán de acuerdo conmigo.
En cualquier caso, para el hombre y para la mujer, el enamoramiento es sólo la primera forma de amar, una forma de aproximación, una etapa de amor humano que hay que superar para hacer crecer el amor, pero de esto hablaremos otro día. Para terminar un consejo que oí un día en una conferencia de un buen psiquiatra y que va especialmente dirigida a los jóvenes que nos escuchan: “por favor, no os caséis enamorados”.
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